Una Lágrima Humana

Durante la noche había estado lloviendo; sin embargo, en las primeras horas de la mañana comenzó a notarse un sol que pareciera de verano, aún cuando estamos ya en pleno invierno. Me provocó salir al parque y estaba seguro que mi amigo el “loco de la colina” estaría, como siempre, presto para contarme una historia, la cual yo robaría para nuestro encuentro dominical en este espacio.

Allí estaba él, le pregunté si conocía cuál era para Dios el más grande tesoro que le podemos ofrecer los seres humanos y me contestó: “UNA LÁGRIMA HUMANA”.

Me contó esta historia: Se habían querido mucho, durante su noviazgo habían crecido y madurado, de manera tal, que ya pensaban en casarse. Ambos habían perdonado sus equivocaciones y bendecido a Dios en sus aciertos, pero, Dios tenía para ellos otro destino.

En el atardecer de un día de verano, regresando ambos de la playa a la ciudad, en un fatídico accidente automovilístico, él había sido recogido por Dios. La novia quedó prácticamente desolada y las palabras de consuelo que recibía no eran sino palabras que el viento se llevaba. Ella no podía comprender aquel actuar misterioso de Dios.

Al tiempo que el joven se presentó ante el Trono de Dios, sabía que tenía que amortizar sus deudas, a la vez también le ofrecería sus aciertos. Ambos, deudas y aciertos, puestos en la balanza de la Justicia Divina, él vio cómo el platillo de las deudas jalaba más fuerte hacia abajo, inclinando la aguja para el lado peligroso.

El joven le preguntó a Dios con qué podría equilibrar el peso y Dios le contestó que le iba a dar una oportunidad, que bajara a la tierra y buscara sus cosas más valiosas, que las trajese y para nivelar la balanza, las pusiera en el platillo de los aciertos.

Regresó inmediatamente a la tierra, reunió todas las riquezas que poseía y cargando con ellas, se regresó inmediatamente al cielo, pero al ponerlas sobre el platillo de buenas acciones, éste apenas ni se movió.

Una nueva oportunidad le hizo regresar a la tierra para recoger toda su sabiduría impresa en documentos, títulos universitarios, post grados..., al igual que sus bienes materiales. Colocó su sabiduría en la balanza de Buenas Acciones, pero ésta seguía sin moverse. No le quedó otra opción de regresar a la tierra y recoger todo aquello que le había proporcionado placer, prestigio, fama, honores,... La verdad que este cargamento era bien heterogéneo y pensó que con ello la balanza de la Justicia Divina ahora sí quedaría nivelada. Pero nada de esto sucedió.

Para esto, la novia se encontraba sola en su habitación, de rodillas ante un Crucifijo, desahogando su dolor. Terminando su rezo se fue a acostar sin encontrar consuelo para su enorme pena. Un pensamiento llegó a su mente, quizá su dolor podría ofrecérselo a Dios por su ser querido, el cual se encontraría delante del Trono de la Justicia Divina. La novia le dijo a Dios que lo único que le quedaba en este mundo era su dolor, que se lo ofrecía a Él por lo que su novio le estuviese debiendo. Se quedó dormida, mientras una lágrima quedaba detenida en su mejilla.

El novio decidió, de una vez por todas, pedirle ayuda a quien en la tierra había sido el amor de su vida y cuando llegó a donde estaba ella, la encontró dormida, pero recogió en la palma de su mano aquella lágrima, que le pareció pesar más que el mundo entero y se la llevó a donde estaba Dios. Cuando la puso en el platillo vio que éste se inclinaba de manera tal, que todas sus deudas desaparecieron inmediatamente.

El “loco de la colina” me miró y me dijo: -Pablo, aquel joven encontró realmente algo valioso con lo que pudo pagar su deuda-.

DIOS VALORA LAS LÁGRIMAS DE LOS HOMBRES.

R.P. Pablo

1 comentario:

Danissa dijo...

que beyisima historia ya me dio ganas de iorar........

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